
Los recetarios sobre comunicación, como los libros de cocina, no son de aplicación literal, porque siempre nos falta algún condimento o ingrediente de determinada característica, nos gusta la comida de una determinada forma, o no tenemos el horno que tiene Arguiñano. Por eso, cuando cocinamos, ¿seguimos la receta al pie de la letra? O más bien ¿usamos la metodología propuesta por el cocinero (qué tipo de ingredientes, que proceso de preparación, que tipo de cocción, etc.), pero la aplicación concreta de la receta (el desarrollo específico de lo que estoy preparando, en este momento y en este lugar) la vamos adaptando a nuestros gustos, necesidades y situación concreta? Por eso me encanta poner como ejemplo el caso de las empanadas en Argentina: el método es el mismo (una masa fina y redonda con relleno y cerrada, como en la foto), pero en cada casa, en cada ciudad, en cada región, se hacen las mejores empanadas, porque las hacen en función de los productos disponibles en la zona, de su manera particular de hacer el relleno, de su estilo para cerrarlas, de su forma de cocinarlas, etc. Es decir, una empanada es una empanada, pero se adapta especialmente a cada situación concreta. Pues con los planes o campañas de comunicación, lo mismo...
En este blog no hay recetas. No busquen respuestas, porque solamente tengo preguntas. Como siempre digo, no esperen de mí que les diga aquí las soluciones a las cuestiones que iremos planteando, porque en realidad no las tengo. Este blog busca preguntarse o plantearse las múltiples dudas que nos asaltan sobre la comunicación de las organizaciones y, en última instancia, propicia opiniones sobre cada cuestión. Estas opiniones no dejan de ser verdades personales y tienen que servir de disparadores en cada uno de ustedes para formarse opiniones, valoraciones y respuestas propias.
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